Diecisiete




Veníamos de enterrar a mamá.

Con mi hermano decidimos volver los quince kilómetros que nos separaban de la casa, a pié. No nos importó que los autos quedaran estacionados ahí, en la puerta del cementerio parque, ya los buscaríamos, seguramente mañana o el lunes a la siesta. 

Un poco lo hicimos para hacernos los raros, eso a ella le encantaba y se reía a gritos, le gustaba que estemos juntos y que hagamos cosas tontas, y otro poco porque teníamos los ojos hinchados, la voz deformada de tanto llorar, y no queríamos seguir con los besos y abrazos y el "ojaladioslesdépaz" y los "losientomucho". 

Me colgué de los hombros de mi hermano, que era más alto que yo, a pesar de ser el menor, porque supuse que le tocaba sostenerme, porque me caía de la sensación de vacío, porque me descomponía el olor a flor vieja y sucia de los cementerios.

Así colgado empecé a caminar, empezamos los dos a desandar la calle, tristes, huyendo del resto de los deudos y sus recomendaciones para no extrañar a mamá.

Pasamos por un kiosko bar y le dije Enano, tomemos un café.

Era gracioso decirle enano al tremendo hombre que caminaba delante mío, pero yo era el mayor, y para mí siempre fue el enano, y la vieja también se reía de eso y le decía...nunca dejes que nadie te diga así, sólo tu hermano.

El Enano ni siquiera hablaba, ni sí, ni no, ni blanco, ni negro.

¿Querés café o una coca?

Una coca, me dijo.

Le compré una coca y un sanguche de pan francés, salame y queso, para que esté fuerte para llevarme de vuelta a casa, pensé.

Feo, me dijo cuando me senté, sabés que ésta caminata me hace acordar a una película, una que mamá una vez nos dijo que le encantó, una noche nos lo dijo, mientras cenabamos.

Resoplé cansancio y un poco más de lágrimas, el Enano en cambio no, había parado de llorar.

Cuál será, no sé, no me acuerdo ahora, no seas pesado.

Diecisiete se llamaba, que la mamá nos dijo que la veamos juntos y vos le dijiste de qué se trata, y la vieja nos empezó a googlear la peli y nos mostró el afiche y vos le dijiste uf, ¿es de un perro? Bueno, un poco sí y un poco no, nos aclaró, y yo cuando ví el perro ya me llamó la atención y quise verla en el acto, y vos seguías mordiendo una empanada, Feo, y le decías dale má, contame un poco más de que se trata, así decido si quiero verla o no, te acordas?

Ah sí, le dije, hace más de mil años de eso, Enano. 

Y la mami te dijo, toda seria, es una producción española, le quería meter importancia para que vos la veas, a mí con el perro, ya me había convencido.

Me reí medio hipando del llanto atragantado, era cierto, es más simple el Enano, me reí y me imité a mí mismo: "hoztias, madre, que ya tú zabez bien que no me guztan las peliculaz habladaz en gallego"

"Hala, qué fuerte" me siguió la corriente el Enano, la cuestión es que yo sí la ví al final a la película, por el perro y por los hermanos, me dijo, la mami me preguntó si lloré, y yo le dije que no, pero era mentira.

Y bueno Enano, largá, contame de qué se trataba la película.

Y el Enano empezó a hablarme del viaje de Isma y Héctor, que eran dos hermanos, que Héctor estaba en un reformatorio y le habían llevado un perro y que se había encariñado con el perro y después se lo habían quitado y entonces se escapa y el hermano, Isma, lo llevaba en un viaje de dos días a buscar al perro, Oveja me dice, le había puesto al perro, y  al final le miente que no lo encontraba para prolongar el viaje y estar con su hermano, y bueno, nada, fin. 

El enano me miraba fijo.

La típica película que la mami le encantaba que viéramos, le dije, las que dejan mensaje, las que te hacen llorar.

Nos miramos los dos con los ojos vidriosos de nuevo, se nos abrían las canillas del alma.

Por eso te digo Feo, por eso se me ocurrió este viaje caminata...porque la vieja es Oveja, te das cuenta?

Me levanté despacio, pagué la gaseosa y el sanguche, me colgué como pude de sus hombros y le dije

Si, Enano, la vieja es Oveja.










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