Love Story

 "La fragancia aquella vez era la misma que ahora, Paco Rabanne. Luigi la olió por primera vez en la casa de la zona universitaria en la que su mamá lavaba ropa dos veces por semana”. Martín leyó las primeras líneas del libro y ya se sintió cansado, con sueño. Había pensado en dormir una siesta en la reposera al lado de la pileta. Muchos libros le habían regalado por su cumpleaños. La fiesta fue fenomenal, como todos los años, el comentario del country. La noche fue perfecta, fresca, los livings resaltaban en el césped verde y recién cortado las mesas con manteles blancos y bombillas pendiendo del cable para darle el toque vintage. Martín le daba un estilo distinto a la fiesta cada año, podía ser hippie chic, psicodélica, años ochenta y este año eligió vintage. La pileta estaba impecable y flotaban recipientes con velas y pétalos de flores. Todo estaba muy melancólico, igual que él, a un año de la muerte de Fabio. Este, el de anoche, había sido un festejo tranquilo, más bien aburrido, una lejana reminiscencia de los cumpleaños que le organizaba Fabio. 

Habían vivido juntos por veinte años. Un rato acá, en la casa del country, un rato en el centro, en el semipiso de Martín. Se habían conocido en la empresa de la madre de Fabio y ya nunca más se separaron. A la mañana temprano, tímidos se encontraban para desayunar juntos en el café de la esquina. Luego subían a las oficinas y disfrutaban de la compañía del otro. Un mes después de conocerse Martín se llevó un bolso a la casa del country.

Y se quedó, con intermitencias, los veinte años que pasaron hasta la muerte de Fabio

 Habían decidido vivir más tiempo en la casa grande del country, amaban la naturaleza, caminar por ahí en invierno y disfrutar  la pileta a la siesta en verano. Solo algunas noches cuando Fabio estaba más de humor citadino, se iban al semipiso de Martín en pleno centro. Así fue como comenzaron las peleas entre ellos. Que esta noche no, no tengo ganas. Hacía un tiempo que Fabio no tenía ganas. Los reclamos de Martín para que pasara más tiempo en la casa. Habían montado ahora su propia empresa. Y se ocupaban entre los dos de manejarla pero hace un año más o menos Martín había notado un cambio. No podría precisar qué pero Fabio estaba disperso. Le organizó ese último cumpleaños con mayor opulencia de lo acostumbrado. Hizo traer el mejor catering, la mejor barra móvil. Llegaron los amigos y todo fue espectacular y comenzaron los fuegos artificiales que teñian de colores el agua de la pileta que los reflejaban . Fabio le entregó su regalo y antes, mucho antes que termine la fiesta se subió al auto y desapareció. Lo encontraron al otro día, con un balazo en la cabeza. Estaba a casi dos cuadras del semipiso de Martín. No tenía la billetera ni el celular. Ni las llaves del semipiso del centro. Lo velaron rápido y al cementerio para evitar quizás, la vergüenza. Martín se enteró que iba con otro hombre. Que se encontraba siempre con él en su departamento. Que todas las horas robadas las pasaba con el que luego sería su asesino. El mismo que ahora usurpa el semipiso de Martín. El que le ocupa horas de juicios y abogados. Abrió este año recién el regalo de Fabio y era este libro. 

El traje. 

Como una premonición.

Cómo el traje que Fabio usó esa noche para ir a encontrarse con el hijo de la empleada doméstica de su casa. 

Martín cerró los ojos y lagrimeo un poco. 

Le pareció que la colchoneta de la reposera todavía olía a Dior Homme.



[entrecomillado: cita del cuento "El traje 1975" Rita Indiana]

 


 



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