Vidrios

 Vení para acá Constanza, te grité como loco desde la ventana del living mientras te veía correr cruzando la calle, el asfalto gris, negro plomizo como el cielo que te contorneaba la figura, juro que la bufanda roja que tenías puesta volaba como cisne pesado a la vuelta de tu cuello, de tus hombros, aleteaba en tus oídos vaya uno a saber que cosa te decía, mejor mucho mejor, de las que yo podría haberte dicho. 

Y había hablado mucho esa tarde noche, vacío de sentido vocalizaba lo indecible de mis ojos, de mis ojos sucios que te miran siempre Constanza, aunque creas que no, aunque sientas la soledad penetrarte la garganta a las siete de la tarde de un miércoles cualquiera, no puedo hacer otra cosa más que mirarte porque tocarte no puedo, ni debo, aunque me muera de las ganas, aunque adivine tu deseo, aunque se me agrieten todos los papeles que me alcanzas con cualquier excusa todos los días desde la oficina con ese pasito de cervatillo herido, suplicante, penoso. No puedo tocarte. No debo. Te lo digo y primero llorás. Después gritas y me tiras manotazos con esas uñas largas que se me incrustan en la cara y me dejan marcas para siempre Constanza, las veo todos los días en el espejo cuando me afeito de vos, cuando me desencarno tus pelos largos que me crecen hasta el esternón hasta el ombligo me corto a propósito para sangrar para abrir la puerta del botiquín y buscar curitas y pegarme el pedazo de piel que me arrancaste el viernes a la tarde y que me cosiste con más pelo el domingo a la mañana ,por teléfono, porque no es horario de oficina, y no soportas que no me arda ni un día, ni una hora, a pesar de mis excusas, de mis explicaciones, de las lágrimas culpables y saladas que para peor escuecen las heridas que ya son indemnes, indelebles, pero lo mismo no te vayas, hay pronóstico de tormenta brava, ventosa y te grité y te fuiste igual, taconeando el pavimento a pesar de mis súplicas en la ventana del living que rebotaban en el vidrio porque no me escuchaste Constanza, obtusa, cabeza dura, caprichosa te fuiste nomás sorteando colectivos autos y motos de delivery, vení para acá que te olvidas de llevarme, aunque cargues pedazos de mi piel cada vez, pedazos de hueso y de muelas, todo yo, fragmentado. Espero que hayas entrado al centro comercial a tiempo Constanza, al centro comercial de la esquina que se le cayó todo el techo vidriado con el granizo y lastimó a toda la gente y mató a tres mujeres dice el diario de hoy, especificando tu nombre entre ellas, vení para acá que te olvidaste el paraguas, Constanza.


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